Hijos de Dios, la alabanza a Dios es muy importante
que la hagáis porque toda la Santísima Trinidad está siendo muy blasfemada
incluso por los niños. Yo, Jesús, os hablo.
Debéis proponeros hacer actos de alabanza y de bendiciones
hacia Dios. Es bueno y necesario la reparación pero también la alabanza y si juntáis
reparación y alabanza todavía es mejor. Debéis de compensar todo el odio y la
ingratitud de tantas almas que Nos odian (a la Santísima Trinidad) sin motivo
alguno y sin conocimiento alguno de lo que Somos. Si insultaran a vuestra madre
biológica o a vuestros hijos o familiares
os dolería mucho y os irritaríais, mucho más si ellos son buenos. Pues bien, Nosotros
en el Cielo queremos reparación y alabanzas por todo lo que recibimos que son
fruto de las sugerencias demoniacas que tienen agarradas a tantas almas. Yo, Jesús,
os hablo.
Quien no vive la vida del espíritu y sólo vive la del
mundo, no crecerá en virtud, porque el espíritu es el que recibe la gracia de
Dios y ésta es la que transforma el ser de la personas. Debéis de ser almas
espirituales, almas de oración y de alabanza a Dios, porque el Maligno ya se
encarga de meteros la cizaña y hacer de vuestros criterios un mar de ingratitudes,
de indiferencia y en muchísimos casos de blasfemias.
Normalmente no se blasfema contra dioses que os son
desconocidos o que se sabe que no existen, pero sí blasfeman contra la Santísima Trinidad
o contra la Virgen, los Ángeles y los santos y eso es un pecado gravísimo propio
de personas que pertenecen -sin ni siquiera ellas saberlo- a Satanás. Por tanto
hijos, sed consecuentes y haceros más espirituales. Bendecid a Dios, alabadlo constantemente
¡Qué fácil es ir por la calle diciendo alabanzas a Dios! Esto irrita al Maligno
y lo aleja de vosotros. No digáis nunca blasfemias ni nada negativo de la Santísima
Trinidad delante de los niños, porque eso se les queda grabado a los pequeños y
aunque no saben discernir la malicia de estos pecados ellos los imitan y creen
que si los dicen sus progenitores no es cosa mala. Yo, Jesús, os hablo.
Sed pues personas con lengua recatada y prudente, no
os volváis contra quienes un día os juzgará. Tratad de hablar con moderación y
pureza en vuestras conversaciones, sin atacar ni insultar a nadie, pero mucho
menos a Dios Santísimo, porque a Dios nada se le escapa y todo lo tiene en su
presente que es eterno. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
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