Hijos queridos de Mi divino Corazón. Cuantas penas hay
en el mundo que vosotros mismos sabéis, pero que ni siquiera la cuarta parte de
las mismas conocéis. Los hombres y mujeres sufren cada uno en sus cuerpos y en
sus almas, por eso, quienes se libran del sufrimiento tienen que darme gracias constantemente
porque el agradecimiento es una virtud que Me agrada mucho. Yo mismo para
parecerme más a vosotros quise padecer y lo hice en extremo. Sufrí en el cuerpo
y en el alma, pues no creáis que evadí el sufrimiento. Por eso, cuando os toca
a vosotros sufrir por una u otra razón, unos más otros menos, a Mí Me duele más
de lo que pensáis, porque sé que el sufrimiento es algo muy fuerte que aquellos que
no lo han padecido no saben del dolor inmenso que se han librado.
Id a los hospitales y ved las plantas llenas de enfermos
con enfermedades muy dolorosas. Ved también a sus familiares tratando de
ayudarles y aliviarles. Pero quienes saben sufrir ofreciendo su dolor y aceptándolo,
esas personas alcanzan un grado de virtud muy grande que no alcanzarían con
penitencias buscadas. Yo, Jesús, os hablo.
El Mal está en todo su apogeo. Odio, violencia,
abusos, corrupción, no respetan nada
quienes por sus ideas tan erróneas emplean la violencia para imponerlas. Satanás
parece que está venciendo pero no hijos, no, no será así, Satanás terminará
perdiendo todo el poder que aparentemente ahora parece que tiene.
Él quiere asustaros, desanimaros, que perdáis la fe,
que reneguéis de Mí, pero vosotros los que veis esas escenas de dolor y os
conmueven, rezad por esas víctimas y sus familias y hacedlo de corazón. Acudid
a Mi Santa Madre, consagraos a Ella, Su purísimo Corazón y su manto os
protegerán, y si aun así os alcanzara el sufrimiento, no será lo mismo sufrirlo
bajo su protección que si no acudís a Ella. Ella os espera con los brazos
abiertos, deseando de ayudaros. Honradla con fe y devoción, honradla como se
merece, como lo haríais con vuestra madre biológica y no le escatiméis nada de
nada, ni rezos, ni devociones, ni Rosarios. Ella es muy poderosa en el Cielo
porque Yo así lo he querido, por tanto, enseñad a vuestros pequeños a amarla y
crecerán con este sentimiento de amor y reconocimiento hacia Ella.
Pedid para esas personas que usan la violencia el
perdón a Mi Padre Eterno como Yo lo pedí desde la Cruz: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. (Lc 23,34) Esta oración le
gusta mucho a Mi Padre porque Me ve reflejado en ella. Yo, Jesús, os hablo y os
instruyo.
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