Hijos Míos, no
tengáis abandonados a vuestros difuntos y ofrecedles sufragios, porque muchos
de vuestros familiares y amistades
esperan de vosotros esa generosidad. Yo, Jesús, os hablo.
El Purgatorio es un
lugar de sufrimientos pero tiene la ventaja de que vosotros los que vivís aún
en la Tierra podéis ayudarles inmensamente. Una Misa bien oída y con verdadera
fe y fervor puede hacer que un alma del Purgatorio suba al Cielo inmediatamente.
Haced por ellos lo que os gustaría que os hicieran a vosotros si estuvierais en
su lugar. Yo, Jesús, os hablo.
Mi Madre se alegra
sobremanera cuando le ofrecéis sufragios o devociones por las almas del
Purgatorio, porque Ella sabe sus tormentos y lo que más desea es ayudarlas. Por
eso hijos, no Me pidáis solo cosas para vosotros y vuestros intereses. Pedid
también por las almas del Purgatorio y, no solo por vuestros familiares
difuntos sino por aquellas otras almas que nadie recuerda y que están purificándose
en los tormentos del Purgatorio. Yo, Jesús, os hablo.
Ellas luego pedirán por
vosotras cuando os muráis y ya hayan ascendido al Cielo, porque las ánimas del
Purgatorio son muy agradecidas y luego
os responderán con la misma generosidad que le respondáis ahora vosotros. Todo lo que le ofrezcáis por insignificante
que sea, lo reciben y se les aplica para que se alivien de sus tormentos. Las indulgencias
que recibís o que obtenéis por algunos rezos como el Santo Rosario, las limosnas,
las Misas, todo lo que apliquéis por
esas intenciones lo reciben muy agradecidas y se sienten muy aliviadas y se les
acorta el tiempo de purificación. Sí hijos, sí, sed caritativos con vuestros familiares
ya difuntos y, con aquellas otras almas que aunque no conozcáis no tienen quienes
recen por ellas excepto las oraciones universales de la Iglesia Católica. Yo,
Jesús, os hablo.
Algunas veces soñáis
con vuestros difuntos o con personas ya fallecidas, puede ser un reclamo de ellas
para que no las olvidéis y les apliquéis sufragios. Hacedlo hijos, practicad
por ellas la caridad cristiana y no las olvidéis, porque es un bien que le podéis
hacer y que ellas lo esperan y lo necesitan. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.
¡GRACIAS!
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