Nos quejamos de que el mal ha tomado una gran dimensión en todos los colectivos, pues se ha perdido la conciencia de pecado. Consecuencia de esto es el alejamiento de Dios. Nos hemos apartado de Él y vamos a nuestro arbitrio. La Virgen, que vivió tan unida a Dios, nos da el consejo para evitar todo esto, consejo que no podemos relegar: HACED LO QUE ÉL OS DIGA. Y sólo cuando hagamos lo que Dios nos dice, las cosas cambiarán. Mientras, el mal seguirá avanzando. Acatemos pues lo que la Virgen nos dice, Ella nos ayudará. contador de visitas

7 de noviembre de 2018

ELLA LLENA DEL ESPIRITU SANTO LO ENTENDÍA TODO MUY BIEN


Hijos de Mi divino Corazón, veo con dolor que muchos de vosotros vivís agobiados y sumergidos en preocupaciones y problemas de toda índole. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos, la vida no es una balsa de aceite en el que todo es suave y dulce, la vida es dura y para unos lo es más que para otros. Pero no os desaniméis, procurad llevad vuestras cargas con fe y amor, Yo os lo recompensaré en la otra Vida porque allí no hay dolor ni penas, solo alabanzas y amor. Todos en esta vida deben pasar más o menos purificaciones. Unos porque carecen de cosas que desean y nunca las tendrán, otros porque las cuentas no les salen bien, otros por problemas de salud o pérdidas de seres queridos, pero todos de una forma u de otra tienen sus sinsabores y, quienes Me los ofrecen Yo hago con ellos maravillas, porque hasta los niños tienen también sus pesares dentro de lo que en su edad pueden soportar. Yo, Jesús, os hablo.

Os lo dije en Mi vida pública porque os veía a todos sufriendo tantas amarguras y tanta incomprensión: Venid a Mí todos los que estáis cansados y agobiados que Yo os aliviaré (Mt 11, 28-30). Sí hijos, sí, quien viene a Mí y se desahoga Conmigo, notará en su alma una paz interior muy grande, y aunque los problemas no le hayan desaparecido se les harán llevaderos porque Yo les daré Mi gracia para que así sea.

Mi Santa Madre intercede por vosotros constantemente y Me expone vuestras amarguras para que Yo no os deje, pero aun así y aunque Mi gracia no os falta, vosotros no sabéis ver más que el dolor que os embarga, no veis más allá de ese dolor. Yo os vigilo, cuido de vosotros y estoy a vuestro lado, pero no os quito la prueba de una vez, porque deseo que tengáis más méritos para la otra Vida y vuestra corona sea más gloriosa. Yo, Jesús, os hablo.

Ofreced esas pruebas que padecéis no solo por el bien vuestro y el de vuestra familia sino por el bien de todas las almas. Por vuestras penas y lágrimas  unidas a Mis merecimientos, se salvarán muchas almas,  porque Yo haré de vuestro dolor actos de reparación y de salvación para las almas que viven olvidadas de Mí pero que en el plano humano no son malas. El mundo sobrenatural no tiene nada que ver con el mundo natural, es totalmente diferente. Mi Madre lo entendió muy bien en vida y aceptó en todo momento las pruebas que padeció desde Mi Encarnación. Ella llena del Espíritu Santo -tenía sus dones en plenitud- lo entendía todo muy bien, pero eso no le quitó  el sufrimiento que supuso para Ella padecer Mi Pasión y muchas otras pruebas que pasó. Porque cuando más iluminada está un alma más comprende los planes de Dios y, aunque los acepte, no quiere decir que no sufra, y así sucedió también con los santos y los bienaventurados del Cielo. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo.










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